(…) Y dónde reposaban los restos del fiero dragón, fundiéndose su sangre con el suelo, brotaron centenares de rosas rojas, de las que Jordi recogió la más hermosa ofreciéndosela a la princesa y montado a lomos de su caballo cruzó la puerta de la muralla por la puerta que en recuerdo de aquella gesta, aún a día de hoy se recuerda como Portal de Sant Jordi en Montblanc.
Extraído de “Les tradicions religioses de Catalunya; St Jordi i el Drac dels quatre elements», d’Anna de Valldaura. http://www.setmanamedieval.cat
Comentarios recientes