En alguna que otra ocasión he podido mantener una charla distendida con algún cliente de confianza en la que se me preguntaba porqué existía tantas diferencias en los honorarios de los abogados, puesto que habían podido comprobar que preguntando por el mismo procedimiento o expediente en distintos despachos, los precios eran completamente distintos y no coincidían de unos a otros, cosa que en un principio puede causar gran extrañeza pues tratándose de dos procedimientos iguales los precios deberían ser iguales.
Esa “disparidad” en los honorarios viene dada por el hecho de que desde hace un tiempo se han suprimido los llamas criterios de honorarios en las intervenciones letradas, siendo que el precio viene marcado por la libertad de pacto que exista entre cliente y abogado, queriéndose así fomentar y proteger la libre competencia y proteger al cliente de una monopolización del mercado. Dicho así suena bastante bien e incluso es lo deseable, pero es un arma peligrosamente dotada de doble filo, pues con ello no hace más que entrarse en una espiral degenerativa para con el servicio que se ofrece y de la profesionalidad, actitud, aptitud y conocimiento del que lo presta, pericia, etc.; condicionantes que tienen un traducción más o menos directa en la resolución del asunto, influencia que, lastimosamente tan solo se ve con el resultado que se obtiene o cuando la solución alcanzada acarrea más problemas que ventajas; lamentablemente en todas esas ocasiones ya es difícil arreglar el entuerto pues el mal ya está hecho.
Ciertamente a todos los sectores ha llegado la marea negra del “low cost” y el sector jurídico no podía ser menos, ni estaba libre de esa epidemia, pues a mi modo de ver es y será una epidemia que a la postre no viene más que a perjudicar al cliente. Está claro que todos, si podemos ahorrarnos un dinero al contratar un servicio o comprar un producto, vamos a ahorrarnos lo máximo posible, y yo el primero; busco, rebusco, comparo, miro y remiro hasta la saciedad. Y de todo ello no he sacado más que una conclusión y es que lo barato acaba resultado caro, por lo que acabas pagando dos veces por lo mismo.
A nadie se le escapa que para rebajar un precio hay que rebajar también en algún aspecto que está implicado en aquel servicio o producto que se vende, y a nivel jurídico lo que se ofrece, y de donde se rebaja, y mucho, es en el conocimiento y en la pericia del profesional, aspectos que vista y dada la trascendencia de aquellos asuntos que nos empujan a tener enfrente a un profesional del derecho son en los que menos debemos escatimar pues son esos aspectos los que determinaran sin duda alguna que el traje a medida que se busca cuando se acude a un profesional del derecho nos quede lo más ajustado posible y esté hecho, justamente, a nuestra medida, y que el día de mañana no nos encontremos con sorpresas que nos cuesten más dinero del que hubiéramos querido gastar en ello.
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